La
marcha nórdica no es senderismo, ni carrera por montaña, ni
competición, aunque su técnica sea de gran ayuda para todo esto.
La marcha nórdica es un deporte que, fundamentalmente, nos
proporciona salud, gracias a una técnica bien asimilada,
perfeccionada y ejecutada. Hay gente que, aún reconociendo los
beneficios de la marcha nórdica, no da a la técnica la importancia
que tiene. Y es que la rutina
de andar, de por sí, es muy beneficiosa. Y más aún la de andar con
unos bastones que, mal que bien, siempre nos van a proporcionar
equilibrio y apoyo, muy bien venidos cuando los años y las lesiones
nos hacen triste y dolorosamente conscientes de la debilidad y
fragilidad de nuestras piernas.
Hay
mucha gente que piensa que hace marcha
nórdica porque anda con bastones, y porque nota la diferencia de
usarlos a no usarlos. ¡Enhorabuena! … sinceramente. Pero la
marcha nórdica es mucho más que eso, y los beneficios que nos puede
reportar son estratosféricamente mayores que los que percibimos con
el simple “andar con bastones”. Y es una pena que tanta gente,
quedándose en la antesala de este extraordinario deporte, por
desconocimiento o autosuficiencia, se vea privada de tantos y tan
buenos dividendos.
La
marcha nórdica consiste en andar de forma natural y deportiva,
utilizando dos bastones con una técnica que nos permita sacarles el
máximo beneficio. Cuando hacemos marcha nórdica, no inventamos una
nueva forma de andar; el movimiento natural de la marcha se mantiene
(yo diría que se perfecciona) cuando andamos con los bastones; pero
andando deportivamente, es decir, no saliendo a pasear y
fotografiar las mariposas, o ver escaparates, o hablar por el móvil,
o hacer carreritas … vamos, lo que viene siendo salir
a ANDAR,
ese
ejercicio tan recomendable a cualquier edad
Pero, además (y esto es lo que diferencia la marcha nórdica del
simple andar con bastones) lo hacemos utilizando los bastones con una
técnica que nos permite hacer de ellos herramientas perfectas para
obtener los máximos beneficios de su uso, tanto para nuestra propia
salud (poniendo en movimiento el mayor número posible de músculos y
articulaciones de nuestro cuerpo) como para nuestro
desplazamiento,
haciéndolo
lo más eficiente
y seguro posible.
El curso de iniciación a la marcha
nórdica, la excelencia del instructor y la atención y el interés
con que los alumnos lo sigan, van a marcar de forma crucial el futuro
de éstos
como nordimarchadores y, sobre todo, los beneficios que van a poder
conseguir con la práctica
habitual de
este deporte. El
curso debe asegurar
a los asistentes una base técnica suficiente para que puedan empezar
a practicar, disfrutando de sus bastones, y a percibir las
posibilidades de este deporte; pero también debe proporcionarles una
clara visión anticipada de la técnica completa y de sus beneficios,
así como de los métodos y pautas para conseguirla. El instructor
debe tener todo esto claro y sistematizado, para ser capaz de
transmitirlo a los alumnos en el tiempo disponible del curso, y éstos
deben salir de allí con una idea muy clara de sus posibilidades
actuales, el camino a seguir, y los beneficios a los que pueden
aspirar con el posterior perfeccionamiento técnico.
Un
braceo amplio y coordinado, con un agarre potente del bastón al
clavar, con un trabajo activo del pie desde el talón a los dedos,
con una buena contra-rotación de caderas y hombros, adecuada
inclinación de los bastones y suficiente tracción/impulso sobre
ellos, nos asegurará un sano ejercicio para todas nuestras
articulaciones, incluidas las 67 de nuestra columna vertebral, tan
importante y tan olvidada (hasta que llega a dolernos, con la edad y el abandoono), o las 23 de cada extremo de nuestras cuatro
articulaciones, tan obviadas y desdeñadas (hasta que las
deformaciones y la artrosis nos las recuerdan), bien oxigenadas y
regadas por un sistema circulatorio adecuadamente ejercitado y
potenciado que incluirá en su benéfico recorrido un cerebro al que
la edad tampoco suele perdonar.
Esta
es la diferencia. Cualquier ejercicio es preferible a la
inactividad, y nos proporciona ventajas apreciables. Pero la marcha
nórdica, con una buena técnica, marca una clara diferencia con los
demás deportes, y merece la pena el esfuerzo de su
perfeccionamiento. Eso lo sabemos bien los que hemos convertido su
práctica cotidiana en religión y, como buenos evangelistas,
tratamos de transmitir nuestra experiencia a cuantos quieran
escucharnos.
No
es este un deporte para competir, aunque se pueda hacer, ni para
socializar y disfrutar de la naturaleza, aunque esto también sea
posible. Para todo eso ya están las carreras y el senderismo. La
verdadera bondad de este deporte, lo que lo hace único, es la
posibilidad que nos da, a todos, en cualquier entorno y momento, de
disfrutar haciendo un ejercicio sano, equilibrado, racional y
completo. Las sensaciones que nos aportará la práctica habitual de
una buena técnica nos animará a gastar más en zapatillas, en la
inteligencia de que lo ahorraremos en médicos y medicinas …
lesiones y dolores.
Y
la marcha nórdica no tiene más. La marcha nórdica es así de
sencilla … y grandiosa. Hay, como en todos los ámbitos de la
vida, quienes quieren hacer de ella un mundo, complicado, un arcano
del que ellos sean los grandes y únicos gurús, sin otra finalidad
que vender bastones, cursos, diplomas, extrañas combinaciones …
humo; lo que tú te pagues. ¡Cuidaos de ellos! No os dejéis
embaucar.
Yo
he concebido este corolario a este trabajo
sobre Teoría y Práctica de la Marcha Nórdica
como una forma de Envío. Ya os he dicho todo lo que os tenía de
decir, todo lo que para mí tiene la marcha nórdica. He intentado
motivaros como mejor he podido. Si habéis llegado hasta aquí,
leyendo todo lo que os he escrito, creo que estáis convencidos, de
manera que, ahora ¡coged vuestros bastones y salid ahí fuera y
hacedlo!
Saca
tus bastones del paragüero y trata de mejorar tu técnica, pero
sobre todo, no dejes nunca de disfrutar con la marcha nórdica, no te
hagas daño y haz un buen ejercicio, ¡el mejor! No te
arrepentirás.